Nuevamente se acerca
una vez más las festividad anglosajona de Halloween,
que como ya lo habíamos hablado en algún momento, es una fiesta en honor a las
almas de los muertos que regresan a la tierra a molestar a los vivos. Más allá
de la fiesta, la identidad de las nuevas generaciones costarricenses se han
visto influenciadas, por estas festividades extranjeras.
Un grupo aserriceño,
motivado por esta misma situación, allá por año 1996, el grupo cultural
Aqueserrí, celebra el 31 de octubre de ese, año con un pasacalles en Aserrí,
para rescatar el sentido costarricense de las fiesta del Halloween. Un año después, el gobierno de José María Figueres
Olsen, decretan que cada 31 de octubre se celebre el día de la Mascarada
Tradicional Costarricense.
Esta tradición, que
alegra las fiestas y los turnos en Costa Rica, tienen su origen en Cartago. Se
habla que ya desde 1820, durante las fiestas agostinas(dedicada a la Virgen de
los Angeles), se daba la “guerrillas entre moros y cristianos” y que luego se
transform en la fiesta de los payasos o mantudos, con representaciones del bien
y el mal, que alegraban constantemente las celebraciones. Específicamente, al
ser las fiestas dedicadas a la Virgen de lo Angeles, estas se celebraban el la
Puebla de los Pardos, también conocida como la gusaneral o el Breñal.
La tradición nos
cuenta, sobre Don Lito (Rafael Angel Valerín, hijo de Mitana Roldan), famoso
relojero, sombrerero y hojalatero, que vivía exactamente frente a los que hoy
se conoce como la pilita de la Basílica de los Angeles y que empezó a trabajar
en las mascaradas. Contaba el nieto de Don Lito, que su abuelo empezó a
trabajar como mascarero, en agradecimiento a la Virgen de los Angeles por un
favor recibido. Don Lito un día entró a la iglesia de los Angeles y vió una de
las cabezas usadas en España y conocida como “cabezones”, haciéndole un cuerpo
de Madera y adoptando su nuevo trabajo.
A partir de ese
momento, al familia Valerín de Cartago, continúan con su trabajo de mascareros,
adoptando los”cabezones” de España, a personajes de la época. Para la década de
los 40’s, durante el siglo 20, surgen nuevas familia dedicadas a las
mascaradas, tanto en Barva, San José, Escazú y Aserrí.
Ahora que ya tenemos
una idea del origen en Costa Rica, hablaremos de las mascaras que encontró Don
Lito, llamadas “cabezas” que se usan en España y que tienen un origen medieval
y ahí son llamadas “cabezas”, “gigantes” o “ cabezudos”. Estos representaban a
dos grupos, los gigantes y los cabezudos. Los gigantes, eran la representación de
los gigantes de la Biblia en el libro de Enoch (Gilgamesh), que representan a
las cuatro partes del mundo y que luego se transformaron de gigantes a reyes.
Por el otro lado, estaban los cabezudos, que representaban a la gente normal o
de pueblo.
Los dos grupos tenían funciones específicas, los gigantes bailaban y
los cabezudos, perseguían a los chiquillos y los asustaban. Personajes como
Sancho Panza, Dulcinea del Toboso, la Mora (africana del norte), don Quijote,
la Morica, entre otros, fueron los personajes que nunca faltaban en las fiestas
españolas, donde se reconoce que los más famosos provienen de Zaragoza y
llegaron a América de la mano de Alfonso V “el Magnífico”. Miguel Echegaray y
Manuel Fernández Caballero, estrenaron el 29 de noviembre de 1898 la zarzuela
“Gigantes y cabezudos”, que sucede entre pasacalles y jotas (ritmo español
famoso en Aragón, Castilla, Valencia y otros lugares que viene del mozátabe sawta y este del latín saltare, que significa salto) durante la
Guerra de de Cuba.
Por último, debemos
destacar, que las mascaradas costarricenses son acompañadas por la música
alegre de las Cimarronas o Filarmonías, que con sus jotas y su alegre "fara fara chin" ( en realidad se lllama " Viva San Mateo" o "San Mateo"),acompañaban a los nuevos personajes, que mantienen la misma relación española,
con la “giganta” y los incansables diablos y caleveras. Así que este próximo 31
de octubre, por favor, no piense en vampiros, hombres lobo o momias, mejor
acuérdese de la hermosa tradición de las mascaradas, tradición costarricense,
que tantas veces nos ha dado sustos, pero sobre todo muchas alegrías.
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