sábado, 19 de marzo de 2011

19 de marzo, día de San José, patrono de la Capital

Dios le confió a San José una misión excepcional: ser esposo de la Virgen María y padre adoptivo de Su Hijo, Jesús, constituyéndose así en el Custodio de la Sagrada Familia. San José es, por lo tanto, el santo que más cerca está de Jesús y de la Virgen.

Las fuentes de información confiable sobre la vida de San José son el evangelio según San Mateo y el evangelio según San Lucas. Existen una variedad de escritos posteriores con muchos detalles contradictorios que se le atribuyen a su vida (el "Evangelio de Santiago", "La Historia Copta de San José", la "Vida de la Virgen y la Muerte de San José", etc.), pero estos libros no están dentro del canon de las Sagradas Escrituras y nunca han sido considerados verdaderos por la Iglesia.


San José era descendiente del rey David y probablemente nació en Belén, aunque vivía en Nazaret en el tiempo de la Anunciación. Su oficio era el de carpintero (Mateo 13,55, Marcos 6,3).
Las palabras de la Anunciación por parte del ángel Gabriel acerca de la venida del Hijo de Dios que se encuentran en el Evangelio según San Lucas 1,28-38, fueron dichas «a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María.» (Lucas 1,27).

En la cultura judía de entonces, toda mujer debía pertenecer a un hombre: a su padre, a su esposo o, si fuera viuda, a un hijo, por lo que este compromiso daba ya los derechos de la vida conyugal; es decir, María ya es esposa de José, aún cuando ella no había salido todavía de la casa paterna (Mateo 1,20,24).

José fue hombre agradable a Dios: justo, bueno (Mateo 1,19). Cuando María quedó embarazada por obra del Espíritu Santo es evidente que José aún no sabía cuál sería su papel en este misterio; pero pronto quedaría aclarado cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1,20,21).


De esta manera, aunque José no era padre natural de Jesús, el Hijo de Dios, a él se le encomendó darle el nombre, lo que era propio del padre o tutor y, por lo tanto, San José se convierte en el hombre elegido por Dios para una confianza muy especial: ser el Custodio del Redentor, de María Santísima y del misterio cuyo cumplimiento habían esperado desde hacía muchas generaciones la estirpe de David y toda la “casa de Israel”. 

Ahora, ¿Cómo llega San José a ser Patrono de la ciudad?. La población surgió en el siglo XVIII de la planificación colonial, diferente a la tradicional fundación de ciudades que hacían los españoles en el continente.


En 1736, por orden del Cabildo de León se buscaba concentrar los dispersos habitantes del Valle de Aserrí, por lo que se ordenó la construcción de una ermita cerca del sector conocido como La Boca del Monte, la cual fue terminada dos años después. Ese mismo año se eligió a San José como patrono parroquial y de allí su actual nombre. La ermita, que era muy modesta, fue erigida como ayuda de parroquia de la iglesia matriz de Cartago.


Como San José, a diferencia de lo ocurrido con Cartago o Esparza, no fue objeto de un acto de jurídico formal de fundación, no fue considerada como una ciudad o villa de españoles y en consecuencia sus pobladores carecieron durante mucho tiempo de la facultad de contar con un cabildo o ayuntamiento. Por contraposición a Heredia, que era llamada Villa Vieja, popularmente se le dio el nombre de Villa Nueva o la Villita, pero esta práctica no tenía sustento jurídico e incluso fue prohibida por las autoridades en 1801. No fue sino hasta la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812 cuando San José pudo contar por primera vez con ayuntamiento. En 1813, a propuesta del Diputado costarricense Florencio del Castillo Villagra, las Cortes españolas dieron a la población el título de ciudad, que perdió en 1814 cuando Fernando VII de España anuló todo lo actuado por las Cortes.

En mayo de 1838, cuando la población de Cartago era capital de Costa Rica, un golpe militar llevó al poder, como dictador, a Braulio Carrillo Colina, que ya había sido Jefe de Estado constitucional de 1835 a 1837. Enseguida de su ascenso al poder, Carrillo dispuso el traslado a San José de las autoridades establecidas en Cartago, y posteriormente emitió una ley en la que se confirmaba a San José "por siempre" como capital de Costa Rica. Esta ley fue derogada en 1842 por el gobierno de facto de Francisco Morazán Quesada, pero San José continuó siendo de hecho la sede de las supremas autoridades del Estado.



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